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martes, 4 de noviembre de 2014

DIÁLOGO, PERDÓN Y RECONCILIACIÓN, CAMINOS PARA ALCANZAR LA PAZ

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ABRAZO EN FAMILIA 2014


Desde el año 1990,  el segundo  domingo del mes de noviembre se celebra el Día del Abrazo en Familia. El propósito de esta celebración  es que las familias se sensibilicen en la necesidad que como seres humanos tenemos de dar y recibir amor, sentimiento que nos fortalece  y nos hace capaces  de superar los problemas y obstáculos que se nos presentan en la vida cotidiana. Se nos invita también cada año a profundizar sobre un lema que responde siempre a una necesidad de nuestra sociedad. DIÁLOGO, PERDÓN Y RECONCILIACIÓN,  CAMINOS PARA ALCANZAR LA PAZ es el slogan de este año 2014,  un   llamado urgente a romper con las hostilidades comenzando desde el seno de la familia, pues es allí donde se recibe la semilla que define el alma de cada ciudadano.



Hoy en día,  la idea de DIÁLOGO se maneja  en  la sociedad  para referirse  a la tolerancia y respeto por las diferencias de los demás. Exige siempre el ejercicio de escuchar al otro y conocer su forma de opinión, su pensamiento, sus ideas.  A través del DIÁLOGO se intercambian posturas,  se buscan soluciones, y se llegan a acuerdos  sin sacrificar ninguna posición. Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.


El PERDÓN nos  libera del resentimiento  e indignación que ha causado una ofensa. Surge de la libertad y la caridad. Amar a quien nos ama es fácil,  pero al cristiano se le exige  algo más: debe amar cuando lo ofenden, cuando lo persiguen. El Salvador nos dio el ejemplo desde la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”


En  muchas familias hay sentimientos heridos y renuencia a perdonar, pero independientemente de cuál haya sido el problema, no puede ni debe permitirse que siga causando daño. El seguir culpando a los demás mantiene abierta la herida; sólo el perdonar  cicatriza lo que pareciera  aparentemente incurable, proporciona alegrías, libera.  Perdonar es el camino de  la sanación. Si no perdonamos seguimos dando al que nos ofendió la oportunidad de seguir haciéndonos daño. Cuando  Jesús dice que debemos perdonar “hasta sesenta veces siete”, nos está diciendo que debemos perdonar siempre.

RECONCILIARSE significa  restablecer la concordia, “volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. No resulta fácil distinguir el  perdón de la  RECONCILIACIÓN.   
         El PERDÓN surge del corazón. Liberamos a la persona de la deuda que tenía con nosotros, no la condenamos, no usamos el daño que nos han hecho en su contra. Puedo perdonar, sin que me lo pida quien me ofende. Se necesita solo UNO para perdonar: YO.

La reconciliación supone recobrar las relaciones, por tanto ya no es un proceso individual, implica un acercamiento voluntario de las partes en conflicto, que buscan conectarse de nuevo. Para reconciliarse se  necesitan DOS. No siempre el que  perdona se reconcilia, solo tenemos que hacerlo cuando la otra persona controle su  comportamiento y produzca frutos que prueben que es digna de confianza.    
Del DIÁLOGO, EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN, nace la PAZ. Vivimos en su eterna búsqueda. La pérdida de la paz interior se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez altanera de nuestra persona. La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas antes de las propias.

Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, es la familia. Todas las actitudes de los padres se reflejan en los hijos, por eso es importante:

·        No discutir o quejarse de los demás delante de ellos.
·        Saber sonreír aún en las dificultades.
·        No victimizar al otro con  nuestro mal humor.
·        Enseñar a disculpar.
·        Hacer agradables  los momentos de convivencia.
·         Reconocer nuestros errores
·        Saber escuchar con atención
·        Comprender las debilidades propias y ajenas.
·        Pensar en los demás, antes que  en nosotros.


En el marco de la celebración de la SEMANA DEL ABRAZO  EN FAMILIA, rompamos con todas las barreras que nos apartan de la paz.  Busquemos la armonía y fraternidad desde el  interior  de nuestro corazón y en nuestro cerebro. DIALOGUEMOS, ACERQUÉMONOS, UNÁMONOS, PERDONÉMONOS  Y RECONCILIÉMONOS. Resucitemos en el amor. Recordemos el pasaje del Hijo pródigo donde el diálogo del Hijo con el Padre Misericordioso,   conduce al perdón y  abre las puertas para la reconciliación, únicos caminos para encontrar la verdadera paz.

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