ABRAZO EN FAMILIA 2014
Hoy en día, la idea de DIÁLOGO se maneja en la
sociedad para referirse a la tolerancia y respeto por las diferencias de los demás. Exige
siempre el ejercicio de escuchar al otro y conocer su forma
de opinión, su pensamiento, sus ideas.
A través del DIÁLOGO se intercambian posturas,
se buscan soluciones, y se llegan a acuerdos sin sacrificar ninguna posición. Expresar nuestro punto de vista en el momento
oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las
dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.
El PERDÓN nos libera del resentimiento e indignación que ha causado una ofensa. Surge de la libertad y la caridad. Amar a quien nos ama es fácil, pero al cristiano se le exige algo más: debe amar cuando lo ofenden, cuando lo persiguen. El Salvador nos dio el ejemplo desde la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
En muchas familias hay sentimientos heridos y
renuencia a perdonar, pero independientemente de cuál haya sido el problema, no
puede ni debe permitirse que siga causando daño. El seguir culpando a los demás
mantiene abierta la herida; sólo el perdonar cicatriza lo que pareciera aparentemente incurable, proporciona alegrías,
libera. Perdonar es el camino de la sanación. Si no perdonamos seguimos dando
al que nos ofendió la oportunidad de seguir haciéndonos daño. Cuando Jesús dice que debemos perdonar “hasta
sesenta veces siete”, nos está diciendo que debemos perdonar siempre.
RECONCILIARSE significa restablecer la concordia, “volver a las
amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. No resulta fácil
distinguir el perdón de la RECONCILIACIÓN.
El
PERDÓN
surge del corazón. Liberamos a la persona de la deuda que tenía con nosotros,
no la condenamos, no usamos el daño que nos han hecho en su contra. Puedo
perdonar, sin que me lo pida quien me ofende. Se necesita solo UNO
para perdonar: YO.
La reconciliación supone recobrar las relaciones, por tanto
ya no es un proceso individual, implica un acercamiento voluntario de las
partes en conflicto, que buscan conectarse de nuevo. Para reconciliarse se necesitan DOS. No siempre el que perdona se reconcilia, solo tenemos que
hacerlo cuando la otra persona controle su comportamiento y produzca frutos que prueben
que es digna de confianza.
Del DIÁLOGO, EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN,
nace la PAZ.
Vivimos en su eterna búsqueda. La pérdida de la paz interior se debe a la
intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal
vez altanera de nuestra persona. La paz es el fruto de saber escuchar, de
entender las necesidades ajenas antes de las propias.
Una de las grandes fuentes de la
paz, o de la guerra, es la familia. Todas las actitudes de los padres se
reflejan en los hijos, por eso es importante:
·
No discutir o quejarse de los demás delante de ellos.
·
Saber sonreír aún en las dificultades.
·
Enseñar a disculpar.
·
Hacer agradables los momentos de
convivencia.
·
Reconocer nuestros errores
·
Saber escuchar con atención
·
Comprender las debilidades propias y ajenas.
·
Pensar en los demás, antes que en
nosotros.
En el marco de la celebración de la SEMANA DEL ABRAZO EN FAMILIA, rompamos
con todas las barreras que nos apartan de la paz. Busquemos la armonía y fraternidad desde el interior de
nuestro corazón y en nuestro cerebro. DIALOGUEMOS, ACERQUÉMONOS, UNÁMONOS, PERDONÉMONOS Y RECONCILIÉMONOS. Resucitemos en el amor. Recordemos el pasaje del Hijo
pródigo donde el diálogo del Hijo con el Padre Misericordioso, conduce al perdón y abre las puertas para la reconciliación,
únicos caminos para encontrar la verdadera paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario